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La marca Andorra: crecimiento y estabilidad

La marca Andorra, el ADN del país, tiene muchos atributos. Pero creo que hoy es necesario subrayar dos de ellos que, a mi entender, le dan al Principado un carácter y una singularidad propios e innegables: el crecimiento experimentado en los últimos años (a pesar de la pandemia) y la estabilidad política y jurídica.

Crecimiento y estabilidad son dos factores imprescindibles para generar confianza en el progreso de los países. El esfuerzo continuado que ha desarrollado Andorra en la última década para homologarse a los estándares internacionales, a partir de una economía abierta, diversificada y con seguridad jurídica, propicia para los negocios y las inversiones, ha dado sus frutos. Y es que la seguridad jurídica es un activo para los inversores y las empresas que buscan expandirse en un entorno estable y predecible.

Andorra ha adoptado una serie de medidas para fomentar la inversión extranjera y atraer a profesionales. Esto incluye un sistema fiscal competitivo acorde a nuestro tamaño e idiosincrasia y una red de acuerdos comerciales internacionales que facilitan el comercio global. Además, es un lugar ideal para profesionales que buscan un equilibrio entre trabajo y calidad de vida, con una alta calidad de servicios públicos y un entorno muy seguro para sus familias.

Por otra parte, el marco político estable del que disfruta el país asegura un futuro prometedor, que debería culminar con la firma del acuerdo de asociación con la Unión Europea, que se está negociando y que esperamos suponga un avance hacia el futuro encaje de Andorra en el mercado único europeo.

Hoy, más que nunca, Andorra es un país de oportunidades. Con las limitaciones propias que no deben hipotecar su futuro donde, entre otros aspectos, el fuerte peso del sector del turismo provoca desequilibrios, sobre todo en el mercado de la vivienda, tal como ocurre en otros territorios con mucha presencia de este sector económico. En este ámbito se enmarca la suspensión transitoria de la inversión extranjera en inmuebles a la espera de una nueva ley adaptada a las necesidades actuales, que contribuirá a consolidar un marco jurídico para frenar las inversiones inmobiliarias especulativas. A esta iniciativa hay que añadir el acuerdo de los “Comuns”, ayuntamientos locales, para evaluar y fijar los límites de la construcción inmobiliaria en el país a medio y largo plazo, una de las cuestiones sociales más sensibles. El crecimiento económico de Andorra no ha sido una casualidad, el Principado se ha abierto al mundo, ha sabido replantear y consolidar su plaza financiera y ha consolidado estratégicamente un destino mundial muy atractivo para los deportes de nieve y de la alta competición de esquí, sin menospreciar la apuesta hacia otros deportes en que todas las familias pueden sentirse protagonistas, como rutas de senderismo, ciclismo de montaña o simples paseos al aire libre.

Todos los demás elementos que integran la marca Andorra, como eventos culturales, el comercio, la gastronomía o el ocio, han contribuido a este crecimiento.

Andorra ha recorrido un largo camino por la senda del crecimiento y de la estabilidad. Hoy todavía está viviendo una emocionante y retadora travesía, con una hoja de ruta definida y en evolución y adaptación continua.

Artículo publicado en Dinero (La Vanguardia) el 01.10.23