El último estudio actuarial encargado por la CASS y basado en datos del 2020 cifró en 7000 millones de euros la cantidad comprometida en el pago de las pensiones futuras. El fondo de reserva actual de jubilación cerró el mes de marzo con tan solo 1725 millones de euros. Una parte importante de esta diferencia, de 5275 millones de euros, se originó a causa de un reconocimiento de las pensiones públicas sin haber tenido en consideración el incremento de la esperanza de vida a lo largo de los años. Este hecho pone en evidencia la necesidad de una reforma del sistema de las pensiones de jubilación con tal de poder cumplir los compromisos asumidos.
Elisabeth Warren, reconocida experta en insolvencia de la Universidad de Harvard y senadora de los Estados Unidos, ha dedicado dos décadas a la investigación en materia financiera. En colaboración con su hija Amelia, presentó en el 2006 su obra All your worth: The ultimate lifetime money plan. En este libro, Warren nos introduce a la teoría del 50/30/20, una propuesta de gestión de las finanzas personales. Según Warren, el 50 % de nuestros ingresos mensuales debería reservarse para cubrir las necesidades básicas, mientras que el 30 % se asignaría a gastos que, si bien no son estrictamente necesarios, mejorarían significativamente nuestra calidad de vida y, finalmente, el 20 % restante debería destinarse a objetivos financieros, como el ahorro.
El principio de la diversificación en las inversiones nos interpela a escoger distintas opciones, en lugar de una sola, con el fin de minimizar nuestros riesgos. En el ámbito de la jubilación, podemos diversificar a partir de la teoría de los tres pilares, que establece las tres fuentes de la financiación de nuestra jubilación. El primer pilar lo preside la Seguridad Social, el segundo, la previsión en la empresa y el tercero, la previsión individual. Es en esta última opción donde todos nosotros podemos ser más proactivos para mantener nuestra capacidad adquisitiva a partir de la jubilación: el ahorro recurrente a lo largo del tiempo.
Podemos generar este ahorro siguiendo diferentes criterios. En primer lugar, aplicando un criterio de responsabilidad que vele por un desarrollo económico que satisfaga las necesidades del presente. En segundo lugar, con un criterio de equilibrio que consiga garantizar la estabilidad entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. Si optamos por estos planteamientos, estaremos basándonos en criterios de sostenibilidad.
La volatilidad de los mercados es otro factor a tener en cuenta cuando decidimos rentabilizar los ahorros que generamos. Entender correctamente qué nos ofrecen nos permitirá escoger el producto que mejor se adapte a nuestras necesidades. Escoger el producto que se ajuste a nuestro perfil de riesgo será clave a la hora de aminorar nuestras preocupaciones. Algunos productos actuales nos garantizan las rentabilidades que se ofrecen y aportan una tranquilidad adicional en un entorno de mercados financieros con oscilaciones.
Al margen de las coberturas públicas, es necesario que cada uno de nosotros seamos proactivos a la hora de velar por nuestra independencia económica del futuro. Es importante prevenir la inversión, de forma recurrente en el tiempo, de una parte de nuestros ingresos actuales con tal de disponer de ellos más adelante. Hay que escoger cómo queremos hacerlo, tratando de rentabilizar estos ahorros de una forma responsable, fijándonos en qué productos nos ofrece el mercado y ajustándonos a nuestro perfil de riesgo. Para ello, se requiere un análisis reposado que nos permita seleccionar la mejor opción de acuerdo con nuestra realidad y nuestros valores. De esta forma, podremos tener el convencimiento de que tomamos la decisión correcta cuando contratamos el producto.
Artículo publicado en el Diari d’Andorra 09.05.2024