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Y tú, ¿cómo pedaleas tus inversiones?

En el escrito de hoy hablaremos, cómo no, de finanzas, pero también de salud, de los diferentes perfiles de riesgo que existen a la hora de llevar a cabo una inversión en activos financieros y, si me lo permitís, de cómo podemos relacionar todo esto con la práctica deportiva. Y, más concretamente, con el mundo del ciclismo, tan arraigado ya en nuestro país y que tanto me apasiona.

Os preguntaréis cómo soy capaz de relacionar todas las premisas anteriores. Pues bien, quienes me conocen saben que a menudo me gusta meter temas dispares en una misma “coctelera”, agitarlo todo junto y sacar una síntesis que creo que podría tener sentido y aplicarse en la vida real.

Para la mayoría, está más que entendido y aceptado que los inversores se catalogan en cuatro perfiles de riesgo diferenciados. De menos a más tolerancia al riesgo, serían: el perfil conservador, el equilibrado, el dinámico y el agresivo. Las reglas del juego en el mundo financiero cada vez dan más por hecho que el principal actor, el inversor en concreto, siempre estará informado y será conocedor de los diferentes activos financieros que pueden componer su cartera de inversiones. Pero ¿los entiende en su totalidad? Que un cliente sea del perfil de riesgo dinámico o agresivo no significa que sepa más de mercados per se y que pueda invertir más o menos en productos complejos o difíciles de ser explicados y entendidos.

Si nos centramos en la esencia, el perfil y la tolerancia al riesgo van de la mano. Se trata de la capacidad que tiene el inversor de tolerar las pérdidas de una cartera de inversiones, si se llegan a producir. Y aquí está el quid de la cuestión: tener suficiente estómago para afrontar ciertos momentos difíciles del mercado, como pueden ser vivir con correcciones de las bolsas mundiales o afrontar fenómenos geopolíticos o revueltas religiosas o sociales que puedan hacer que se tambalee la aparente normalidad controlada que estamos viviendo en el mundo.

Desde el inicio, cuando nos reunimos con los clientes, se acuerda el perfil de riesgo que comentaba. Pero este puede evolucionar, pues hay que tener fuerza mental y paciencia para ver que las carteras de inversión en condiciones normales deberían tener un rendimiento proporcional a la tolerancia al riesgo. Cuando llegan periodos convulsos y en la mayoría de medios de comunicación se dice que la volatilidad en el mercado financiero está creciendo y afectando a nuestras carteras de inversiones, nosotros (los inversores) debemos ser capaces de mantenerlas o adaptarlas si fuera necesario, pues conocemos bien los activos financieros invertidos y sabemos, sin generalizar, que cualquier activo, cuando pasa la tormenta, ha de volver a su precio o valor real.

Pues bien, si me lo permitís, es en este punto cuando entro de lleno en el mundo del deporte y, en concreto, en el del ciclismo.

Igual que hablamos de perfiles de riesgo, podríamos hablar de perfiles o grados de pendiente en porcentaje que puede tener un puerto de montaña, tan habitual en el Principado. Cuanto mayor sea la pendiente positiva, más esfuerzo y más capacidad pulmonar, física y, sobre todo, mental requiere el ciclista. Si establecemos un paralelismo, igual que al inversor se le pide tener paciencia en sus inversiones, el deportista debe ir regulando la intensidad física o emocional cuando está en plena ascensión de un puerto o un collado, como podían ser la Gallina o La Rabassa. Para los que no las conozcan, ambas rutas tienen subidas explosivas con tramos muy concretos que requerirán haber hecho previamente mucho entrenamiento físico y también mental para ser capaces de alcanzar el objetivo y llegar a lo más alto del puerto. De igual manera, no es lo mismo entrenar saliendo del centro de Andorra la Vella hasta la Seu d’Urgell (una ruta muy típica entre ciclistas que se podría extrapolar a perfiles de inversores más conservadores) que, por ejemplo, salir de Sant Julià y subir al puerto de Envalira cruzando todo el país, más adecuada para perfiles dinámicos y agresivos de largo recorrido. Cada salida tiene su particularidad, su esfuerzo y su bienestar físico y emocional, como también los puede llegar a tener una inversión en activos financieros, ¿no?

¿Veis muy descabellada la similitud de todo esto? Yo creo que no del todo. Al final, si todo encaja y los mercados financieros se comportan siguiendo una cierta normalidad, cuando vendamos un producto financiero o se amortice, nos deberíamos sentir satisfechos no solo en un sentido económico, sino también emocional, del mismo modo que un ciclista respira aliviado cuando llega a casa y ha podido disfrutar la salida de principio a fin gracias a su preparación previa.

Artículo publicado en el Diari d’Andorra 12.06.2024

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Jordi Sogas Quílez
Gestor de asesoramiento de Creand Crèdit Andorrà