Generación Z, un salto generacional que mantiene objetivos y necesidades financieras
La generación Z ya ha comenzado su andadura profesional y, por tanto, naturalmente se ha convertido o se convertirá en demandante de servicios de inversión de banca privada. Esta generación, nacida entre 1995 y 2010, no es ni mucho menos un perfil uniforme, pero, como toda generación, sus integrantes comparten rasgos que los caracterizan y los sitúan en su tiempo. Dentro de este grupo encontramos emprendedores, creadores de start ups o profesionales de las redes sociales, entre otros, que han visto incrementado, gracias a su trabajo, su patrimonio de forma muy rápida. Por otro lado, hallamos aquel perfil que, por tradición familiar, ha tenido contacto con la banca privada y conoce tanto sus servicios como su forma de trabajar. Esto último no quita el hecho de reconocer que el gran reto de la banca privada está en adaptarse a estas nuevas generaciones, no solo para la captación de los nuevos clientes, sino para el mantenimiento de los ya existentes tras un relevo generacional.
¿Qué necesita esta generación? ¿Qué papel puede jugar la banca privada para generar valor a dichos perfiles? Esta generación necesitará sin duda lo mismo que las generaciones previas: una correcta planificación financiera. Sí, las necesidades de planificación de la generación Z no difieren en absoluto de las del resto de generaciones. ¿Cómo es esto posible? Hacer una correcta planificación de cartera o, de forma más completa, una correcta planificación financiera es un pilar que se mantiene a lo largo del tiempo. No obstante, el abordaje y contenido de dicho pilar es en gran parte distinto del que se ha venido aplicando hasta ahora a las generaciones previas.
El trabajo que realizaremos con los clientes debe cumplir siempre la máxima de trabajo bien hecho, honestidad y transparencia. Esto nos permite comenzar a construir un camino con el cliente que irá evolucionando necesariamente a lo largo de los años, con la finalidad de adaptarse a las situaciones futuras de cada uno de los inversores. Al menos ese debe ser el objetivo a alcanzar por parte de la entidad dedicada a la gestión. Si conseguimos construir esa relación de confianza a lo largo de los años, podremos sentirnos orgullosos del trabajo realizado.
El primer paso por el que debe comenzar todo estudio de planificación es un análisis de la situación concreta de estos jóvenes clientes, sin prisas por realizar inversiones de forma inmediata. Es fundamental conocer en profundidad a la persona, su situación actual, inquietudes y proyectos. Con esto podremos determinar la situación financiera actual, incluyendo las fuentes de ingresos, deudas, planes de futuro u objetivos a largo plazo para ir construyendo la radiografía que nos permitirá iniciar la andadura. Es necesario planificar un patrimonio como un todo y, en este sentido, diseñar estrategias muy a medida de cada uno de estos nuevos inversores, añadiendo valor para que nos conduzca a una relación muy larga en el tiempo.
Continuaremos con una definición concreta de los objetivos de inversión que, en las generaciones más jóvenes, es una combinación de objetivos definidos a corto, medio, largo y muy largo plazo. Necesitamos reevaluarlos cada cierto tiempo para confirmar que siguen estando en línea con las metas que fueron determinadas. En este caso, hay que tener en cuenta las necesidades de liquidez, las previsiones de ingresos, la capacidad de ahorro y otros adicionales como el lugar de residencia, así como las posibilidades de cambio de la misma.
En el momento de la asignación de activos deberemos determinar qué porcentaje del patrimonio de cada cliente se destina a cada una de las partidas, tratando de conseguir un balance óptimo, distribuyendo el patrimonio entre las diferentes parcelas de inversión y controlando el riesgo. Los jóvenes que se identifican con la generación Z buscan participar de forma más directa en la selección de activos, entendiendo el destino de las inversiones. Tienen mucho interés por la inversión en economía real y en empresas que puedan generar un cambio en la sociedad, bien de forma directa o a través de fondos que cumplan los criterios ESG. Es por eso que las inversiones de impacto son atractivas para los más jóvenes. Por otro lado, si bien quizás la inversión inmobiliaria directa se observe como algo más propio de sus padres, sí valorarán positivamente fórmulas como las SOCIMI, o sus homólogos extranjeros, para una inversión a largo plazo. Las alternativas más tecnológicas, como son las criptomonedas o las Fintech, pasando por la versión más digital de la inversión en arte, son algunas de las inversiones que están ganando peso.
No solo resultará de gran importancia la selección correcta de los activos en los que debe invertir el patrimonio, sino las vías para canalizar dichas inversiones; escoger los vehículos de inversión óptimos a través de los cuales canalizar la inversión teniendo en cuenta las circunstancias personales, los perfiles de inversión, así como el patrimonio del que en el momento de la planificación dispongan. En este sentido, La generación Z suele estar más abierta a escuchar nuevas fórmulas de inversión, dejando atrás inversiones más tradicionales como la cartera de acciones o de bonos. En este sentido, se abren paso las instituciones de inversión colectiva en distintas jurisdicciones, los vehículos de inversión en capital riesgo, la inversión directa en compañías (que permita obtener ventajas fiscales) o los seguros de vida (con su capacidad de adaptación a las distintas jurisdicciones y, por tanto, flexibilidad para la movilidad geográfica).
En resumen, el punto más importante es sentar unas bases firmes, basadas en relaciones de confianza a largo plazo. En un mundo en el que los jóvenes tienen acceso a la información a través de muchos canales, con tendencia a la toma de decisiones precipitadas y a golpe de clic, merece la pena pararse a analizar, pensar y reflexionar cada uno de los pasos. Y por nuestra parte es fundamental prestar ese servicio a medida que tanto caracteriza la banca privada para todos y cada uno de los clientes que atendemos.


Artículo publicado en la revista Funds People de noviembre